“El diputado del Frente Amplio, Gonzalo Winter, habló sobre la aprobación del proyecto de ley que establece las normas generales sobre el uso de la fuerza (RUF) y la actualidad del gobierno, donde dijo ‘creo que el gobierno del Presidente Boric es en este momento un gobierno socialdemócrata’.” (Teletrece, 2024).
En la cita expuesta, uno de los diputados más reconocidos del Frente Amplio (FA) reconoce el gobierno de su partido como uno socialdemócrata, pero eso genera una serie de cuestionamientos acerca de si en verdad esa es la naturaleza de la actual administración.
A mi parecer, el Frente Amplio en 3 años de gobierno no ha logrado encaminar a Chile hacia un nuevo proyecto de país, ni formar nuevos liderazgos que logren lentamente construir dicho proyecto, a pesar de su insistencia de que sí lo están haciendo y su proyecto es uno con nombre y apellido: Social Democracia.
No pretendo analizar a profundidad el Frente Amplio ni hacer un pequeño ensayo, solo quiero poner sobre la mesa un par de cuestionamientos que me parecen importantes de hacer teniendo en cuenta la trayectoria que ha tenido el gobierno actual. Esto es un análisis derivado de mi opinión, la cual puede estar completamente equivocada bajo la visión de algún otro que esté leyendo esto.
En primera instancia, ¿Qué ocurre con el proyecto país? Entendiendo esto como una pauta amplia pero concreta que marque el camino de desarrollo económico y social que va a tomar una específica nación. Distintos autores de las ciencias sociales –entre ellos algunos de nuestra propia facultad– han detectado la falta de éste desde el fin del periodo de la concertación, que terminaría con el inicio del primer periodo de Sebastián Piñera, que desencadena una serie de periodos presidenciales que se basaron, a mi juicio, principalmente en desmantelar lo que hizo el respectivo gobierno anterior. En primer lugar, con el fin de la dictadura terminó el proyecto neoliberal, aunque su forma más desatada habría terminado ya a principio de los 80 con la crisis en aumento y mayor necesidad de intervención estatal. Este proyecto habría sido cortado con la vuelta a la democracia, pues la tarea que se adjudicaron los gobiernos de la Concertación era justamente una de pago de deudas sociales que habían surgido por las faltas en seguridad social que causó el neoliberalismo rampante aplicado bajo el régimen militar. Los gobiernos de la Concertación pretendían sanar las heridas de la sociedad chilena por medio de hacer al ciudadano un sujeto apto para el mercado, con bonos y mayor acceso a servicios públicos, todo esto con el respaldo del mismo Estado subsidiario de la dictadura, sólo que esta vez con una remodelación que terminaba de enmarcar el neoliberalismo en la nueva democracia.
Entonces, ¿qué ha hecho el Frente Amplio que sea esencialmente distinto a la Concertación en los 90 y 2000? Mantienen el acceso ampliado a servicios públicos, con buenas políticas sociales como el copago cero, pero la estructura subsidiaria neoliberal se sigue manteniendo, con el partido de gobierno hasta votando a favor en el congreso para salvar a las ISAPRES para dar un ejemplo reciente. Claramente el gobierno intentó cambiar el marco en el que se encuentra el Estado en un inicio, acompañando de la mano el proceso constitucional que fue heredado del periodo presidencial anterior, pero con la eventual derrota de la primera propuesta, fallaron y se estrellaron.
No quiero decir que el Frente Amplio representa lo mismo que la Concertación en su momento más álgido, sino más bien todo lo contrario, que a pesar de que hay claras diferencias de visión y de proyecto en el papel, la práctica es la misma. Este conflicto entre visión y práctica es central para entender el problema actual del partido gobernante bajo mi apreciación, pues es la entrada a entender que el Frente Amplio es un partido sin misión, o mejor dicho, con tantas misiones que no personifica ninguna.
Si uno lee la declaración de principios del Frente Amplio es fácil darse cuenta de la realidad de lo mencionado. En primer lugar, es una lista compuesta por 12 puntos que van desde declararse “feministas” y “socialistas” hasta considerar como parte de sus principios ser un partido “por la paz”, “esperanza” y “patriótico”. En adición a lo anterior, múltiples de estos puntos tienen una redacción ambigua, por ejemplo, si leemos el punto en el que el partido se declara socialista, se puede observar cómo es que esta autodefinición viene de que el partido lucha “por una sociedad inclusiva e igualitaria fundada en los valores de la libertad, la igualdad, la solidaridad y el compromiso irrestricto con la garantía, respeto y promoción de los derechos humanos.” (Frente Amplio, 2024), pero esto no tiene por qué ser socialista necesariamente, pues la descripción entregada por el partido en cuestión engloba tanto ideologías afines al socialismo como a la visión de un liberal estadounidense. Esta ambigüedad también queda ilustrada en una insuficiente definición de libertad dada en su propio apartado además de un sentimiento de que cada uno de los puntos ilustrados en su página funciona por separado y no en una gran idea en conjunto que no sea completamente abstracta. Es así como el partido actualmente gobernante deja en evidencia su falta de especificidad al definir su propio marco, permitiendo que su partido se construya a base de parlamentarios y líderes que apoyan distintas consignas de este buffet de principios anteriormente mencionado. Algunos son feministas mientras que otros ecologistas, algunos se centran en las libertades individuales mientras que otros en el impulso de políticas regionalistas, no hay un proyecto, sino que muchas visiones en un gran paraguas que decidieron llamar socialdemocracia.
Pero una socialdemocracia es más que una amalgama de misiones representadas por individuos, es un sistema que requiere de un aparato estatal con un rol más que subsidiario, sino que con una perspectiva de aseguración de bienestar. Tal sistema exige ciertas condiciones estructurales, las cuales nunca se han logrado en América Latina debido a nuestra posición como países periféricos y subdesarrollados. El Frente Amplio se autodenomina un gobierno socialdemócrata, pero resulta cuestionable si puede serlo sin el tipo de Estado necesario para sostener una socialdemocracia. Tanto autores latinoamericanos, como Enzo Faletto, y europeos, como Stefan Lessenich, señalan que el Estado de bienestar, la socialdemocracia en Europa y su estilo de vida se han mantenido a costa de la explotación de regiones como África o América del Sur.
De esta forma, tenemos un partido gobernante que mantiene múltiples visiones a través de sus distintos representantes electos y que se abandera como uno con un proyecto socialdemócrata, a pesar de que no encarna las bases estructurales de la socialdemocracia ni logra materializar una configuración en la que pueda nacer tal designio.
Se comprende que 3 años puede ser poco para lograr encaminar un país hacia una nueva dirección y que la falta de mayoría plena en el congreso le juega en contra al gobierno, pero es ahí donde entra el segundo gran fallo, a mi parecer, del Frente Amplio y su gobierno: la incapacidad de crear nuevos líderes para mantener el poder. Cómo puede ser que a 1 año de que termine el gobierno de Gabriel Boric no haya ninguna figura de la izquierda en la que confiar para que no salga un fósil de la política chilena como es Evelyn Matthei. Algunos nombres resuenan entre las personas, como sería el caso de Tomas Vodanovic o hasta el anteriormente citado Gonzalo Winter, pero estos no son políticos que puedan dar batalla en una candidatura presidencial, por ahora.
A modo de conclusión se vuelve al cuestionamiento hecho al inicio de esta columna, yo creo que es esta falta de liderazgos, mezclada con la demostrada falta de un proyecto de partido, que termina por dejar al FA como una fuerza política incapaz de organizar una “izquierda joven”, solo funcionando como nexo de múltiples consignas que capaz la representan pero no la unen bajo un mismo techo, siendo entonces su rechazo por el actual sistema lo único en común entre todos estos individuos que deciden seguir al Frente Amplio.
¿Es posible la construcción de una nueva alternativa de izquierda desde un partido sin un norte? o capaz sería más atingente preguntar si el norte del Frente Amplio en verdad es solo una posición contraria al establishment, lo cual refuerza la idea de que el FA no es un partido con un proyecto largoplacista.
No es entonces que el FA sea una fuerza capaz de organizar algún lado de la izquierda, sino que sus principios, laxos y ambiguos, atraen a cualquier individuo político que no esté de acuerdo ideológicamente con el sistema neoliberal. De este modo, a falta de liderazgos que canalicen este descontento, somos dejados con un partido gobernante poco organizado, insuficiente para ser un bloque gobernante y con poca sostenibilidad a largo plazo.
Referencias
T13. (2024, mayo 5). Diputado Winter: “El gobierno del presidente Boric es, en este momento, un gobierno socialdemócrata”. T13. https://www.t13.cl/amp/noticia/politica/diputado-winter-gobierno-del-presidente-boric-momento-gobierno-socialdemocrata-5-5-2024
Frente Amplio Chile. (n.d.). Nuestros principios. Recuperado el 17 de noviembre de 2024, de https://frenteampliochile.cl/nosotros/nuestros-principios/