El profesor Baño nos entrega una lectura muy entretenida e interesante sobre cómo las transformaciones en las condiciones materiales de producción y reproducción de la vida inciden en los cambios culturales y las orientaciones de valor asociados a ella. Desde esta esquina revisará las contradicciones y dilemas que vivimos en la época actual. Durante todo el libro la tesis es bastante simple, y sin querer ser injusto, se resume en el siguiente párrafo.
Desde sus orígenes, el animal humano se agrupa en comunidades familiares donde se centralizan las tareas económicas para suplir las necesidades de la especie. Se cría a los hijos en la familia, se caza, cultiva y distribuye la comida alrededor de la familia, y por supuesto se establece el poder político a partir del “dominus”, es decir, un patriarca o matriarca. Con el desarrollo de los procesos evolutivos del homo sapiens sapiens, se construirán ciudades, lo cual dará inicio al paso de la economía doméstica a la economía política. Es decir, el traspaso de las funciones de reproducción y producción económica de la familia al mercado. Asimismo el poder político será heredado del “dominus” al “imperium”, pues ya no se trata de un jefe de familia, sino de un Estado nacional centralizado, con jerarquías formales que fundamentan el uso del poder. Por supuesto, este es un proceso que se prolonga durante varios siglos, donde entre medio ocurren revoluciones industriosas e industriales que profundizan esta transición. Acerca de las orientaciones de valor, esto atenúa el grado de afección de las relaciones sociales, pasando a ser cada vez más instrumentales. De ahí la provocación de la “farsa”.
A partir de este proceso de largo aliento, el autor, con la agudeza que lo caracteriza, va construyendo los dilemas a los que nos enfrentamos en este siglo XXI. Con los procesos de interconexión global, se comienzan a desarrollar mercados transnacionales que forman un individuo cada vez más especializado, dedicado a una actividad particular, y por lo tanto cada vez más interdependiente del resto de sus congéneres, pero que por su autonomía respecto a la unidad doméstica (la cual pierde cada vez más relevancia en términos económicos - por tanto también relevancia valórica), se entiende a sí mismo como un sujeto autónomo, hecho por sí mismo e hiperindividualizado. Emergen entonces las ideas de ser auténtico, de poder moldear la identidad al antojo personal, y la flexibilidad situacional de la vida ¿Cómo si cada vez somos más impotentes para hacernos cargos individualmente de nuestra supervivencia, nos comprendemos como seres desencarnados y empoderados para llevar las riendas de ella? Llámele usted, la era de la farsa. El dinero manda. Como dice el autor: “El que está fuera del mercado vale callampa”.
Un libro liviano, a veces un poco anticuado, pero tremendamente provocativo y ambicioso. Quisiera destacar el paso demasiado brusco entre la revolución industrial a los tiempos actuales. Da la sensación de que el autor se desentiende de seguir el flujo de las transformaciones económicas-valóricas del siglo XX. Aún así, por sobre todas las cosas, se valora la valentía de desarrollar una teoría de la sociedad que deviene desde el paleolítico hasta la época actual, sin titubear ante los probables ataques de “etnocentrismo” o “determinista-materialista”. Si la sociología quiere ver un bosque en vez de solo árboles por separado, debe triplicar el esfuerzo que hace Rodrigo en este intento.