A diferencia del Manifiesto Comunista escrito al fragor de las revoluciones de 1848 y el optimismo revolucionario. El presente texto se enmarca en un contexto de alarma frente a una catástrofe inminente. En este contexto Bruno Latour (antropólogo) conocido por sus aportes en al estudio de la ciencia y por participar en la creación de la Teoría del Actor Red (ANT en inglés), que, junto a Nikolaj Schultz (sociólogo) coescriben este manifiesto para ser repartido con urgencia a los partidos ecológicos.
Si bien la trayectoria académica de Latour se marcó por polemizar y discutir fuertemente con la izquierda intelectual francesa, inicialmente con Louis Althusser y posteriormente con Pierre Bourdieu. Sin embargo, a través de este texto busca una reconciliación abordando de forma inédita un llamado a la acción política, a través del concepto de clase social. La razón del uso de este concepto radica en que tiene un doble carácter: es descriptivo y performativo a la vez. Esto se produce porque permite caracterizar y al mismo tiempo pensar en alternativas de acción al estar en conflicto con otras clases sociales.
Concretamente el texto aborda la emancipación a través de la ecología acuñando el concepto de clase ecológica. Sin embargo, esta nueva definición de clase social se diferencia de las ya existentes, como el liberalismo o el marxismo, en que no creen en la centralidad de los criterios económicos o productivos para definirla, retomando la frase de K. Polanyi “la sociedad siempre ha resistido al economicismo”, lo que busca es salvar del economicismo a los lazos antropológicos. Como punto de partida para la definición de este nuevo grupo recurren al propio Marx, ya que sus nociones permiten describir los procesos de reproducción de la sociedad a partir de las condiciones materiales. Sin embargo, se diferencian en lo que significa la materialidad. Para los autores las consecuencias del Antropoceno llevan a que las condiciones de habitabilidad deban ser consideradas como relevantes, buscando la permanencia de los seres que permiten que el planeta sea habitable. Es decir, buscan reemplazar la metáfora del desarrollo (developpement) por la de envolvimiento (enveloppement).
Sin embargo, a pesar de estas claves para comprender el concepto, las clases ecológicas están en lucha por su definición, y escapan a las clasificaciones tradicionales de clase, ya que las personas agrupadas bajo estas antiguas categorías pueden actuar forma antagónica frente en los conflictos ambientales.
En este sentido, las “clases ecológicas” se encuentran en conflicto con las condiciones de habitabilidad y el sistema de producción. Los autores plantean que el ecologismo no busca retomar el “proceso de civilización” moderno, al contrario, deben utilizar otros valores alternativos a los de del progresismo (partiendo por el propio concepto de progreso) donde lo principal deben ser los límites de la acción humana, y comprender que la emancipación también lleva a redefinir aspectos como la identidad, “lo común” y la Nación, e incluso atreverse a redefinir al Estado. En esta línea, la preservación de las condiciones de habitabilidad lleva a los autores a plantear un giro en la comprensión de la propiedad privada, ya que no consiste en los humanos sobre el mundo, sino que al revés. Es decir, que la naturaleza no es algo a proteger, sino que es algo que nos posee, estamos dentro de ella.
En base a lo anterior, esta reconstrucción del concepto de clase necesita también de una nueva comprensión de la lucha de clases. Así, diferenciándose de sus usos anteriores, los autores dan a entender que la lucha de clases ecológica es la lucha por la habitabilidad del planeta, por lo que es “una lucha de clases debajo de la otra”. Es decir, que su propuesta viene literalmente “desde abajo”, ya que tienen su principal foco puesto en las condiciones materiales.
Precisamente, los autores reconocen que no existe una capacidad de movilización general en el ecologismo, hace falta una unidad movilizada a través de la acción colectiva, en donde el rol que deben cumplir las clases ecológicas es funcionar como clases pivote, tomando el concepto de Bruno Karsenti, refiriéndose a las clases que permiten reorganizar las posiciones políticas, es decir, ser el motor para una movilización más amplia. Sin embargo, estas clases también se encuentran en conflicto con las demás. Se oponen a las clases pivote y también a las antiguas clases, porque se creyeron portadoras del sentido de la historia, impidiendo la comprensión de un futuro. Por eso las clases ecológicas deben disputar un sentido de la historia, no como un movimiento hacia adelante o al futuro, sino que uno que multiplique las formas de habitar y cuidar.
Concretamente el proceso de movilización esperado por Latour y Schultz se expresaría en el siguiente esquema: glasroots (o brote) intereses distinción entre aliados/adversarios protestas formación de partido político.
La relevancia de la lucha y movilización radica en que la cultura ecologista ha cometido el error de creer en lo inevitable del éxito de sus ideas. Sin embargo, para los autores el éxito de las ideas depende de la posibilidad de aprovechar las ocasiones fortuitas. Este éxito no va a ocurrir sin un proceso de desarrollo cultural o de ideas, ya que nunca los intereses por si solos han llegado a construir a una clase consciente de sí misma. Para esto hay que sensibilizar a las personas sobre la preocupación ecológica. Esto es relevante, ya que la lucha se expresa en: a) la ocupación de la naturaleza b) la preservación territorial c) el aseguramiento de las condiciones de subsistencia. Esta lucha debería impulsar a la humanidad a comprender al planeta de forma diferente. Sin embargo, en la contingencia mundial actual debe pelear en dos frentes al mismo tiempo: contra la ilusión de la globalización, y al mismo tiempo contra el discurso reaccionario-nacionalista.
A lo largo de la lectura del texto, que busca la movilización política, se puede observar una serie de problemas que dificultan la implementación del contenido del manifiesto. En primer lugar, a lo largo del texto resulta interesante las nociones que utilizan a los autores para comprender la disputa política, muy similares a nociones agonísticas (Schmitt e incluso Mouffe), al considerar a la política a partir de la guerra distinguiendo a amigos/enemigos en la formación de la conciencia de clase y posteriormente como aliados/enemigos a partir de la disputa electoral. Sin embargo, estas nociones contrastan con su crítica de las formas en que se ha comprendido al poder o al propio Estado.
Esto se complementa con que el llamado a la acción que realizan Latour y Schultz a través de este manifiesto se encuentra dificultado por las múltiples problemáticas a las que responder. La primera de ellas es que reconocen que el propio concepto de clase ecológica se encuentra en una lucha por su definición. Pero también que esta nueva clase debe enfrentarse y sobreponerse a las demás formas de clase presentes. Esto dista totalmente de otros textos de su tipo, como puede ser el Manifiesto Comunista, que a pesar de sus complejidades teórico-políticas (exponer en pocas palabras el materialismo histórico) plantea una serie de medidas concretas que deben ser movilizadas en lo inmediato.
De esta manera, se observa una cierta ambivalencia entre una búsqueda del cambio de las formas y de las ideas, y al mismo tiempo una lucha por la movilización política a través de las instituciones o fuera de ellas. Este problema es tradicional en los movimientos emancipatorios, que consiste en desmantelar el orden existente y al mismo tiempo estar creando al actor u orden revolucionario.
A pesar de las criticas recién explicitadas, el “Manifiesto Ecológico- Político” es un texto que permite abrir una discusión profunda acerca de un proyecto emancipatorio futuro. Precisamente es muy destacable la apuesta de Bruno Latour y Nikolaj Schultz por contribuir a construir una apuesta política buscando dar por primera vez una serie de ideas para poder articular políticamente al ecologismo. En este sentido, este es un texto recomendable para todas las personas que buscan respuestas o alternativas frente al clima de crisis generalizado en los diversos continentes, permitiendo a los lectores continuar las reflexiones de Bruno Latour, lamentablemente fallecido justo antes de publicar este, su último texto.