Foto por Francisco Farias
La presente columna surge tanto de la revisión bibliográfica como de las conversaciones que surgieron en el marco del electivo de profundización teórica impartido por M. E. Tijoux, V. Valle, y V. Veloso; “Capitalismo contemporáneo: destrucción, cuerpo y técnica”, junto a Paula Calfil, Matías Pereira e Iker Brauchi. No obstante, la columna no pretende reflejar las perspectivas de mis compañeros mencionados anteriormente.
Las polémicas, robos, armas, dinero, cuerpos, joyas y muchas otras características son constantemente utilizadas por los medios de comunicación al momento de “cubrir” al trap chileno. Sin embargo, este es mucho más que eso, pues ha sido una de las escenas musicales más populares en esta segunda década del Siglo XXI en Chile. Esto lleva a la pregunta sobre los factores que lo han hecho tan especial y sugiere que analizar el trap chileno conlleva una serie de preguntas metodológicas, epistemológicas y, en cierto sentido, también morales. Este es el desafío al estudiar una escena musical que ha dominado los charts musicales, los cuales indican la popularidad de una canción en las plataformas digitales de música en streaming. Pero, en definitiva, ¿qué es lo que hace al trap tan especial? ¿Es su autenticidad, sus cantantes, las letras o las audiencias que lo consumen?
Con estas preguntas en mente y sin el afán de establecer un método definitivo para estudiar el trap chileno, propongo a continuación algunos apuntes sobre esta escena musical. Estos buscan clarificar los principales enfoques de investigación que se han planteado hasta ahora y proponer ciertas advertencias al momento de abordar la música desde una disciplina como la sociología.
El producto final del electivo de profundización teórica anteriormente mencionado, fue un ensayo titulado “Entre Los Prisioneros y Pablo Chill-e: El avance inequívoco del capitalismo contemporáneo en la música popular”, en el cual junto a mis compañeros comparamos al trap chileno contemporáneo (AKRIILA, Julianno Sosa, entre otros) con el espíritu contestatario del rock chileno de los años 70’s y 80’s, atreviéndonos a plantear que el trap pareciera reivindicar o aceptar al sistema neoliberal en lugar de cuestionarlo. La hipótesis anterior fue principalmente sustentada mediante el “realismo capitalista” de Fisher (2016), como un marco teórico desde el cual se comprende que la música actual reflejaría una resignación ante la falta de alternativas al capitalismo. En su libro, Fisher rescata una columna musical británica en la cual se comparaban las letras del hip hop, con lo que en la filosofía política clásica se entiende como el estado de naturaleza de Hobbes. Por lo que el sujeto del hip hop estaría en una constante guerra de todos contra todos, donde no puede confiar en sus más cercanos, ya que incluso estos pueden traicionarle. ¿Acaso esta misma analogía entre las letras del hip hop y la guerra hobbesiana no nos suena también a las letras de algunas canciones de Pablo Chill-e o Julianno Sosa? Pues sí, solamente si es que se pretende dejar el análisis en meras analogías y conceptos morales de varios siglos atrás.
Aun así, este es un punto de partida para comprender la hostilidad inherente en la realidad que proyecta el trap, y resulta crucial tener en cuenta la complejidad de los sujetos de esta escena, ya sean narrativos o reales, pues sus discursos están llenos de contradicciones.
Además, para abordar el trap chileno desde la periferia urbana, en Riquelme et al. (2022) se resalta cómo el género articula la cotidianidad de los jóvenes en contextos de exclusión, dando voz a narrativas que incluyen la lealtad, la identidad territorial y los desafíos de la vida en los márgenes de la ciudad. Por su parte, también es posible analizar al hip hop como una forma de resistencia frente a la marginalización (Tijoux et al., 2012), un enfoque que también se puede aplicar al trap, el cual no solo refleja la realidad de sus intérpretes, sino que también ofrece una plataforma para desafiar el estigma social y expresar la resistencia en el espacio urbano.
Otra aproximación al trap chileno y la música popular desde una perspectiva periodística es la de Olavarría (2023), en su libro “Apuntes sobre identidad de clase y canción chilena”, donde revisa la historia de la música popular desde Violeta Parra y Víctor Jara hasta Pablo Chill-e. Aunque este trabajo es un esfuerzo valioso por abarcar distintos géneros, su análisis tiende a reducir la música a un mero reflejo de las estructuras sociales, sin considerar las categorías estructurales que conectan a estos artistas en sus distintos contextos. A este respecto, se puede argumentar que la transformación del contexto histórico, de uno marcadamente contestatario a uno influenciado por el neoliberalismo, no implica necesariamente una pérdida de crítica en la música, sino una reconfiguración de sus mensajes y estrategias expresivas.
Dicho esto, uno de los puntos centrales de esta columna es enfatizar la complejidad de analizar géneros musicales de distintas épocas. En particular, estudiar el trap chileno requiere una consideración de la evolución histórica y del contexto sociopolítico que permita comprender las aparentes “carencias” en sus letras frente a los problemas sociales contemporáneos en Chile, especialmente aquellos derivados del neoliberalismo. Este ejercicio resulta más productivo que simplemente compararlo con otros géneros tradicionalmente más contestatarios.
Para aproximarse al trap de una manera más crítica, lo más intuitivo sería recurrir a una metodología cualitativa que se limite a analizar las letras, buscando formular teorías que pueden dar cuenta de aquello que ya se sabe (por lo mismo siempre es valioso lo que P. Bourdieu nos recuerda respecto a los riesgos de caer en una sociología espontánea o en el sentido común). Por ello, considero fundamental recurrir a autores como A. Hennion y F. Del Val, quienes amplían la discusión en torno a la sociología musical y nos permiten plantear preguntas más incisivas sobre el trap en Chile.
En primer lugar, Hennion (2002) en “La pasión musical” propone que la música es una relación activa entre artistas, público y contexto, y no un objeto autónomo. Este enfoque es útil para comprender el trap como un fenómeno cultural dinámico, donde los artistas y su audiencia no solo reflejan, sino que co-construyen la identidad de las juventudes periféricas en Chile, lo que permite explorar cómo el trap articula experiencias y valores locales. Por otro lado, Del Val (2022), en su análisis de la sociología musical, aborda cómo la música crea lazos sociales y refleja las condiciones de su contexto. Respecto al trap chileno, esto implicaría verlo como una narrativa de las vivencias de los jóvenes en la periferia urbana, reflejando tanto la exclusión como las aspiraciones de sus habitantes. Este enfoque también permite indagar cómo el trap puede ser una herramienta para construir identidades colectivas en un entorno de desigualdad y globalización.
En conclusión, analizar el trap chileno desde la sociología musical revela un fenómeno que, lejos de ser un simple reflejo de las estructuras sociales o una mera imitación de géneros extranjeros, articula complejidades de identidad y resistencia. La música de artistas como Pablo Chill-e y Julianno Sosa ejemplifica un paisaje cultural marcado por contradicciones, que oscilan entre la crítica implícita y una resignación al sistema, evidenciando lo que Fisher denomina “realismo capitalista”. Sin embargo, autores como Hennion y Del Val nos permiten ver al trap no solo como una expresión individual o estática, sino como una construcción colectiva que, a través de su relación activa con el público y el contexto sociocultural, forja identidades periféricas. Este enfoque permite evitar las simplificaciones que a veces acompañan al análisis histórico de la música en Chile.
Así, estudiar el trap chileno conlleva retos teóricos y metodológicos importantes. No basta con analizar letras o representaciones en los medios; es necesario reconocer cómo esta música refleja las experiencias de un Chile marcado por el neoliberalismo, mientras sus artistas y audiencias reconfiguran su sentido y alcance. En lugar de juzgar sus “carencias” contestatarias, debemos entender cómo el trap dialoga con la realidad y construye nuevas formas de resistencia y resignificación para sus audiencias, especialmente en los sectores marginalizados del país.
En definitiva, esta escena musical presenta una complejidad sociocultural que exige un análisis más profundo que el de un mero reflejo de estructuras sociales. Esto abre interrogantes y preguntas clave a nivel metodológico, tales como: ¿qué enfoques sociológicos son más adecuados para estudiar un género que, como el trap, integra contradicciones y nuevas formas de identidad?, o también ¿cómo influye el contexto socioeconómico de la periferia urbana en las temáticas del trap y en su relación con la territorialidad? Estas preguntas invitan a una investigación continua y crítica sobre las dinámicas de resistencia y resignificación en el trap chileno.
Referencias
Del Val, F. (2022). De la sociología de la música a la sociología musical. Nuevos paradigmas en los estudios sobre música y sociedad. Revista Internacional de Sociología, 80(2), e204.https://doi.org/10.3989/ris.2022.80.2.20.135
Fisher, M. (2016). Realismo capitalista: ¿No hay alternativa? Caja Negra.
Hennion, A. (2002). La pasión musical. Una sociología de la mediación. Paidós.
Olavarría, R. (2023). Apuntes sobre identidad de clase y canción chilena. Editorial XYZ.
Riquelme, S., Sule, V., Castillo, V., & Núñez, V. (2022). La periferia urbana a través de los lentes del trap chileno: Narrativas juveniles. Última Década, 59, 140-172.https://doi.org/10.4067/S0718-22362022000200140
Tijoux, M. E., Facuse, M., & Urrutia, M. (2012). El Hip Hop: ¿Arte popular de lo cotidiano o resistencia táctica a la marginación? Polis, 11(33), 429-449.